martes, 9 de septiembre de 2014

Decida por usted mismo (22 de septiembre de 2012 - ∞)

Sábado 22 de septiembre de 2012. Una sala en una feria del libro. Un tipo toma el micrófono y se pone a hablar. El moderador le pide que pare. El tipo se pasa dos años diciendo que lo censuraron. ¿Todo muy claro, no? Sobre todo si estaba allí para verlo. O si no estuvo, pero se lo contaron. “Censura” dirá con toda seguridad.
Tal vez no recuerde, o no le contaron, que el evento era un encuentro de lecturas, con un tiempo estipulado para cada escritor, que había más de 40 expositores, y no había lugar para retrasos, pues debíamos entregar la sala a una hora específica. La pauta de participación era clara: sólo lecturas.
Tal vez no recuerde, o no le contaron, que el tipo en cuestión dijo cuanto quiso decir, que no le pidieron que pare hasta que se despachó a gusto, y que cada palabra era un cuestionamiento a como funcionaba Autores de La Matanza, espacio convocante al III Encuentro de Escritores de La Matanza. Palabras que ameritaban una respuesta de mi parte, ya que se cuestionaba decisiones que yo había tomado, con el consenso del grupo, pero decisiones mías al fin.
Más que una respuesta, una defensa.
Autores de La Matanza es un espacio autogestivo, cooperativo e independiente abierto a todos los escritores del distrito. Tiene un stand en la Feria Municipal del Libro desde sus comienzos. En ese stand pueden exponerse y venderse solamente obras de autores locales. Hay que tener en cuenta el crecimiento sostenido de la producción literaria matancera. En el stand de Autores de La Matanza nunca cabe un alfiler, y si viene alguien más, hay que hacerle lugar como sea para que sus libros puedan exponerse. Por tal motivo, no podemos exponer libros de autores que no sean matanceros (que no residan o hayan residido en La Matanza).
Autores de La Matanza es, también, un grupo horizontal. Todas las pautas se discuten en sus reuniones abiertas, donde cualquier autor matancero puede participar y tiene la misma voz y voto lleve años en el grupo o recién haya llegado.
En ese entonces, además de miembro de Autores de La Matanza, yo era uno de los coordinadores del Café Literario Rincón de Letras, junto a Carlos Rigel, entre otros. Y fue justamente Carlos Rigel quien se subió ese 22 de septiembre al escenario a cuestionar el funcionamiento de Autores de La Matanza. Se quejó de que no permitiéramos a autores no matanceros exponer en el stand, que nos estábamos convirtiéndonos en una isla (dicho en criollo, que nos estábamos volviendo xenófobos).
Ese día había más de 40 autores anotados para leer sus obras. Y también había micrófono abierto. Y cuando digo micrófono abierto, digo que cualquier ser humano presente, viniese de donde viniese, podía participar del encuentro con una lectura. Y teníamos tres horas para todo ello. Las palabras de Rigel ameritaban una respuesta. Una defensa de mi parte. Yo coordinaba el stand de Autores de La Matanza, y debía explicar como funcionaba y el porqué de cada decisión. Pero comenzar un debate hubiese agotado el tiempo, dejando gente sin poder expresarse. Preferí que si alguien se quedaba sin voz ese día, fuese yo.
Callé.
Pero él no. Dijo todo lo que quiso aquella tarde, hasta que le indicaron que no era el ámbito correcto, que había reuniones para eso (curiosamente, él había convocado la siguiente reunión para el 30 de septiembre); pero ya había hablado cuanto quiso. Sigue diciendo cuanto se le antoja desde entonces, y mientras, denuncia censura.
Tal vez usted no recuerde, o no le contaron, que este paladín de la libre expresión, comenzó aquel día su perorata pidiendo a las autoridades de cultura de La Matanza que intervinieran en Autores de La Matanza, que impusieran su punto de vista a un espacio independiente y horizontal.
Tal vez usted no recuerde, o no le contaron, que esta persona tenía un stand de su propia editorial, con lo cual podría haber solucionado el problema que planteaba dejando exponer a todos los autores del mundo que se les ocurriera pasar ese septiembre por San Justo. Pero, por supuesto, él decidía quien exponía o no en su espacio según su propio criterio.
Tal vez usted no recuerde, o no le contaron, que en el Café Literario Rincón de Letras el micrófono no estaba tan abierto como era anunciado, que viejos colaboradores de Rigel estaban vedados de participar. [Fue mi error haber callado, o no haber dado un paso al costado. Mis disculpas por esta falta, si sirve de algo, aprendí la lección. Cuando me tocó decidir a mí, abrí las puertas y compartí la mesa con gente con la que no me llevo bien].
Tal vez usted no recuerde, o no le contaron, que su mayor ofuscación, aquella tarde y siempre, es que alguien a quien llama subalterno (término que evidencia un profundo desconocimiento sobre la horizontalidad y la libre expresión), no se reconozca su inferior.
Tal vez usted no recuerde, o no le contaron, que esta persona se refiere a mí como “grupo de tareas”, “generación gestada por el proceso”, entre otros apelativos que no sólo me agravian como ser humano, sino que banalizan el sufrimiento de las victimas del proceso genocida.
Tal vez usted no recuerde, o no le contaron. Porque usted sólo conoce la versión de él, la que ha dicho siempre cada vez que ha tenido la oportunidad, incluso ese 22 de septiembre de 2012. Ahora usted conoce la mía. Decida por usted mismo.

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